Este es el post que no tendría que haber escrito jamás y es un post extremadamente sincero. Así que si no te gustan los temas incómodos o la sinceridad, este es el momento en que puedes dejar de leer este post e irte a otra página.
Pero tengo que escribir sobre este tema, porque después de 10 años en el negocio sigo viendo a colegas que hacen esta pregunta, o que afirman que nuestra profesión no tiene futuro. Algunos se preguntan “¿por qué estudié esto?” Y la verdad es que muchos ven a los traductores como personal de poco valor; como un simple empleado más.
De hecho, las personas que trabajan en oficios que no requieren de cualificación o experiencia alguna reciben más respeto por parte del público en general, pues se ha vuelto tabú y ofensivo el no darle valor a su trabajo.
Pero en el grupo de los profesionales altamente cualificados que son tratados de manera denigrante (es decir, escritores, artistas, diseñadores gráficos y fotógrafos) también nos encontramos los traductores. Somos profesionales altamente capacitados y especializados que para tener el derecho de decir que podemos traducir un documento a una segunda lengua tenemos que pasar por años de capacitaciones sumamente costosas y por años de entrenamiento que son mentalmente desgastantes. En el caso de los traductores jurados esto es especialmente cierto, ya que nuestra firma y sello tienen, además, implicaciones legales.
Y, sin embargo, veo cómo hay gente que falsifica un sello y vende una traducción por USD 0.01 la palabra.
O gente que sí es traductor jurado y vende una traducción por USD 0.01 la palabra.
No existe discurso en el mundo que pueda revertir esta tendencia, puesto que se trata de una cuestión de mercado. Si el mercado no valora el trabajo de una persona altamente capacitada, no existe argumento que valga. La necesidad también tiene cara de perro y hace que muchas personas acepten salarios o tarifas pírricas para intentar sobrevivir. Pero esto es contraproducente, ya que por más que trabajes no podrás ahorrar. No podrás comprar una casa. No podrás tener un seguro de salud ni mucho menos podrás invertir en la educación de tus hijos. Por último, no podrás invertir en herramientas, equipos y capacitación para mejorar.
En pocas palabras: no vale la pena.
Por eso escribí este post para ti, estudiante o profesional graduado. Está en ti negarte y decir “no” al trato denigrante. Sé que es difícil. Sé que puedes estar pasando mucha hambre y necesidad. Pero, francamente, más te vale ponerte a hacer tortas o empanadas y venderlas que darle tu trabajo a personas o agencias que no lo valoran.
Una tarifa mínima decente es de al menos USD 0.05 por palabra. Esta tarifa es realmente baja, pero al menos no es miserable. Y lo más importante es que construyas tu perfil como traductor profesional, no que dediques tu vida a sobrevivir.